María Callas, la soprano más famosa del siglo XX, y apostaría que también del XXI, supuso un antes y un después en la ópera, sobretodo en la forma de cantar. Tanto es así que se dice: AC y DC, Antes de Callas o Después de Callas. Antes, aun habiendo famosísimas cantantes, se llevaba un estilo más frágil, más ligero, como dicen algunos musicólogos, “jilgeril”. Después de María, el bel canto, el verismo y la fuerza de una interpretación dramática vocal y actoral, marcó el paso de las nuevas generaciones.
Muchas la trataron de imitar y perdieron la voz en el camino. A día de hoy nadie, repito: nadie la iguala, ni la debería imitar pues sería un vano intento, pero si debemos guiarnos por su vocación, la línea del bel canto, el legato del fraseo, la respiración y la emisión frontal. También es necesaria mucha verdad en lo que se desea transmitir, pero la fuerza de la naturaleza que fue María, parece que murió con ella.
Es sin duda la cantante más extraordinaria, la soprano absoluta con un registro vocal prodigioso: de ligera a cuasi contralto, una voz rotunda y poderosa, que a muchos no gusta, pues a María la amas o la odias, no hay término medio. Yo la amo, absoluta y apasionadamente, ahí reside la grandeza de la Callas: en la Pasión, ella no interpretaba, ella ERA: era Norma, era La Vestale, era Violeta…
Su carrera de apenas 10 años de gloria, se llevó por delante su corazón y su vida. Pero hay que ser justos como lo era María y reconocer que la revolución en el canto, si bien la culminó, no la empezó Callas. Abriendo camino, grandiosas divas anteriores a ella, lucharon por ofrecer a la ópera interpretaciones cada vez más poderosas y dar verismo al bel canto, no solo eso: belleza, también verdad.
Cantantes como Claudia Muzio, cuyo Vissi Dárte de Tosca es mejor que muchos que se escuchan en la actualidad, Lily Pons y sobretodo Rosa Ponselle, abrieron un camino que hoy en día es, por desgracia, poco transitado. Rosa Ponselle fue la cantante favorita de María Callas y basó en ella mucho de su estudio vocal y artístico, de ella decía: “La mejor cantante de todos nosotros”.
Rosa Ponselle, cuyo verdadero nombre era Rosa Melba Ponzillo, nació en Meriden, Connecticut, el 22 de enero de1897. Hija de inmigrantes napolitanos, comenzó su carrera con un dúo de música ligera que formó junto a su hermana Carmela: The Ponzillo Sisters, en 1918. Su maestro de canto William Thorner, consiguió que audicionaran para Enrico Caruso, quien quedó maravillado con su voz potente, (que se catalogaría como “oro líquido”), logrando que el gerente del MET la escuchara. Debutó con tan solo 21 años en el Metropolitan con ‘La forza del destino’, el 18 de noviembre de 1918, junto a Caruso, De Luca y el bajo alavés José Mardones. A pesar de tan magnifico reparto, ella fue el gran éxito de la velada, llegando a apodarla “la Caruso con faldas”, que no es decir poco.
Otros de sus roles fueron: Guillermo Tell, ernani, Il Trovatore, Aida, La Gioconda, Don Carlo, LÁfricaine, Lámore dei tre re, Andrea Chénier, La vestale y en 1927 su gran papel y la cumbre del bel canto: Norma de Bellini.
Su carrera principalmente transcurrió en el Metropolitan, donde era la gran estrella, pero también actuó en el Covent Garden de Londres y en Il Maggio Musicale Fiorentino. Su potente voz, que el tenor Giacomo Lauri-Volpi define así En el libro Voces Paralelas:
“Las notas graves, medias y agudas alineadas bajo la guía del aliento, constituían una ‘estela vocal’ granítica por armónicos, sustanciosa por vibración; era un violoncelo que ella sabía ejecutar con habilidad para revelar una suprema perfección“.
Solo tenía una debilidad: los agudos. Algún fallo en un do 5, alguna nota no muy segura en Il Trovatore, junto a una personalidad frágil e insegura, la llevaron a abordar papeles más graves cono Santuzza de Cavalleria Rusticana, y a padecer pánico escénico. Se dice que incluso llegó a recibir electroshocks, una parte de la crítica se posicionó en su contra y tras 19 años de carrera, dejó la ópera por una vida tranquila de casada, contrayendo matrimonio con el acaudalado Carle Jackson de Baltimore y retirándose a su residencia de Villa Pace. Desde allí realizó importantes grabaciones, siendo más tarde una de las principales impulsoras de la Ópera de Baltimore. También recibió, siempre con cariño y buenos consejos, a jóvenes talentos que después serían tan famosos como Pavarotti o Placido Domingo.
Es el mundo del canto, un Universo lleno de Belleza, pero también de intereses y de envidias, un mundo donde si pones demasiado corazón, te lo romperán. Se lo Rompieron a Rosa, se lo rompieron a Claudia, quien murió tan joven…, a los 47 años arruinada y casi sola pero Giacomo Lauri- Volpi, gran cantante y mejor persona, se empeñó en que Muzio, al verla muy deteriorada, grabase antes de morir para no perder tan bella voz, haciéndose cargo de sus exequias. Claudia también fue llamada la Divina, antes de María, e igualmente recibió docenas de ramos de rosas de un joven Onassis al que le gustaba coleccionar mujeres bellas y famosas, pero por desgracia el nombre de Claudia Muzio, para el gran público está casi olvidado; Y el corazón roto más famoso, el de María Callas, cuando la Divinidad deviene en pecado o qué fácil es criticar.
Os dejo unos links para que podáis disfrutar de sus voces:
- Claudia Muzio, Vissi d’arte 1935, Tosca, Puccini.
- Claudia Muzio, Ah non credea mirarti, La Sonnambula, Bellini
- Rosa Ponselle, Voi lo sapete 1919, Cavalleria Rusticana, Mascagni
- Rosa Ponselle, Casta Diva, Norma, Bellini.
- Rosa Ponselle, O nume tutelar, La Vestale, Gaspare Spontini
- María Callas, Casta Diva, Norma, Bellini.
Ana Soria Serneguet
Soprano y Licenciada en Geografía e Historia por la Universidad de Valencia