La Reconstrucción

EL HOLOCAUSTO CÁTARO. Un artículo de José Antonio Hernández de la Moya

Escribió Rubén Darío que “La vida es misterio;la luz ciega y la verdad inaccesible asombra”; y el divulgador científico Carl Sagan que “La gente busca y crea misterios donde no los hay y no presta atención a otros reales e iguales de fascinantes”.

El escritor granadino Jesús Ávila Granados cree firmemente, como Rubén Darío, que la vida es misterio. Por esto, toda su larga y fructífera trayectoria personal y profesional la ha dedicado a explorar el mundo de lo ignoto; pero-y esto debo subrayarlo-prestando siempre atención a los misterios reales, iguales de fascinantes-según Carl Sagan- que aquellos que son creados de forma imaginaria.

Jesús Ávila  lleva más de cuatro décadas interesado por los aspectos más esotéricos de la historia antigua y medieval. Ha seguido las huellas de los druidas celtas, los templarios, los cátaros y los judíos del medievo, en Tierra Santa, Anatolia, Francia, Italia, Irlanda y la Península Ibérica. Todas sus pesquisas las ha ido documentando en más de un centenar de obras.  La última: “El holocausto cátaro”. Una obra imprescindible para comprender el significado profundo de un movimiento conciencial que sigue perviviendo más allá del tiempo y del espacio.

El catarismo se define como un movimiento religioso cristiano de carácter gnóstico que se propagó por la Europa Occidental a mediados del siglo XI, entre los habitantes del Mediodía francés, especialmente en el Languedoc, donde contaban con la protección de algunos señores feudales vasallos de la corona de Aragón. A pesar de haber sido condenado por la Iglesia Católica como herético, hizo tambalear sus cimientos; y ello, a pesar de sufrir  los horrores  de la cruzada albigense y, posteriormente, las despiadadas persecuciones llevadas a cabo por los esbirros de la Inquisición.

Con mi buen amigo Jesús Ávila he tenido ocasión de hablar del tema largo y tendido. Ambos creemos que el catarismo es mucho más que un movimiento religioso. Creemos, más bien, que  es un estado del alma o de conciencia. Desde esta concepción, se  podría afirmar que el catarismo pervive hoy en día dentro de muchos de nuestros corazones.

Las investigaciones realizadas por Jesús Ávila  le han llevado a la conclusión de que el catarismo se gestó como un movimiento puramente espiritual, desprovisto tanto de culto como de templo. Al igual que los druidas celtas, la naturaleza era el marco ideal  para elevar los rezos al dios de la Luz. Los cultos cátaros se centraban esencialmente en  las oraciones del día y  la noche, acompañadas de himnos y cantos de júbilo. Su misa se reducía a la división del pan en la llamada “Cena del Señor” (“Coena Domini”) donde el Perfecto predicaba a los creyentes allí presentes un texto del evangelio de San Juan, concluyendo  el acto con el padrenuestro.

En su “El holocausto cátaro”, Jesús Ávila, en su línea de escritor comprometido con arrojar luz sobre los rincones más oscuros de la historia, nos descubre el nacimiento del  movimiento cátaro,  su  salvaje represión y exterminio y todos los lugares destacados donde tuvo lugar. Además, considero que es una herramienta útil para aquel que decida rememorar las escenas cotidianas de los llamados consolados y sus obispos itinerantes, visitar las recoletas villas y aldeas donde floreció aquella apostasía junto a los majestuosos castillos y fortalezas.

Pero no crea el lector que se trata de un libro sólo para la pura erudición y el solaz. El catarismo no es solo un movimiento del pasado; lo es también del presente. Es un modo de vida; una forma de ser y convivir con los demás. Se extiende a todas las esferas de la vida.  Por ello, creo-  sinceramente-  que  las enseñanzas cátaras  puede llegar a ser un potente detonador con capacidad para derrumbar el edificio de la vieja conciencia, construida por la Humanidad generación tras generación.

José Antonio Hernández de la Moya

Periodista, productor audiovisual, formador

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