¿Es posible enfermar por la sola contemplación de la belleza o la lectura de un libro cuyo mensaje nos llegue a lo más profundo del corazón?.
“Cuando un hombre percibe la belleza de aquí abajo y se acuerda de la belleza verdadera, a su alma le crecen alas y desea volar. Pero al advertir su impotencia, eleva como un pájaro los ojos al cielo, deja a un lado las ocupaciones del mundo y ve cómo le llaman insensato”. Esto afirmaba Platón por boca de Fedro , el cual también dejó dicho que “las almas, cuando ven alguna imagen de las cosas del cielo, se llenan de turbación y no pueden contenerse….”
De hecho, la Psicología y Psiquiatría actuales describen cada vez mas síndromes o enfermedades relacionados con el fenómeno de la percepción de la belleza. Uno de estos es el llamado Síndrome de Stendhal, el cual puede catalogarse como una enfermedad psicosomática que causa un elevado ritmo cardíaco, vértigo o incluso alucinaciones cuando el individuo es expuesto a una suerte de sobredosis de belleza.
Se denomina así por el famoso autor francés del siglo XIX, Stendhal, quien dio una primera descripción detallada del fenómeno que experimentó en 1817 en su visita a la basílica de la Santa Cruz en Florencia, Italia, y que publicó en su libro Rome, Naples et Florence .
Cuando el caballero llega a Florencia y se halla delante de Santa Croce, queda totalmente impresionado frente a las tumbas de hombres tan importante a lo largo de la historia como
Maquiavelo, Galileo o Miguel Ángel y sumado a la belleza de la basílica comienza a experimentar lo que el propio escritor refiere así:
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«Había llegado a ese punto de emoción en el que se encuentran las sensaciones celestes dadas por las Bellas Artes y los sentimientos apasionados. Saliendo de Santa Croce, me latía el corazón, la vida estaba agotada en mí, andaba con miedo a caerme».
Fue precisamente la psicoanalista Grazillea Magherino, también experta en Historia del arte, la que puso el nombre del escritor a este síndrome en 1989 . 3 Pero la alteración que el ser humano puede sufrir en forma de enfermedad psicosomática no solo puede tener lugar a consecuencia de la observación de la belleza de una obra pintada o esculpida. Otra forma de arte, como es la literatura, se ha mostrado así misma capaz de ensombrecer la claridad del pensamiento y la estabilidad de las constantes del cuerpo físico, arrastrando a
la mente a rincones a veces oscuros, a veces luminosos, y al cuerpo a alteraciones severas propias de la enfermedad.
El doctor Ezpeleta describió en 2005 el denominado Síndrome de Don Quijote , queriendo con este nombre significar las transformaciones neuropsicológicas y cambios en el comportamiento asociados a la lectura de una obra literaria.
Dio a la enfermedad este nombre inspirado en la propia historia del ingenioso hidalgo, pues, tal y como describe Cervantes en su libro, a éste le vino la locura por darse a leer libros de caballería. Dice el escritor que Don Quijote se desvelaba leyendo expresiones tales como “La razón de la sinrazón que a mi razón se hace, de tal manera mi razón enflaquece, que con razón me quejo de la vuestra fermosura…», u otras como “«Los altos cielos que de vuestra divinidad divinamente con las estrellas os fortifican y os hacen merecedora del merecimiento que merece la vuestra grandeza…». En fin, sentencia Cervantes, el hidalgo “desvelábase por entenderlas, y desentrañarles el sentido, que no se lo sacara, ni las entendiera el mismo Aristóteles, si resucitara para sólo ello…”
De una u otra forma, quedó claro que la influencia de la lectura de tales libros fue origen o desencadenamiento de una profunda transformación de su persona, ya que esto le llevó a adoptar la conducta y expresar las ideas que todos conocemos, contenidas en el libro.
De acuerdo con esta definición, es evidente que el síndrome de don Quijote puede variar en intensidad, desde el mero gozo provocado por una lectura dada, hasta una interpretación que llegue a alterar la lucidez del lector y ser el punto de partida de una adopción de valores y patrones de conducta distintos a los llevados hasta el momento de cerrar el “libro revelación”.
Ejemplos de tales casos serían el lector que asesinó a John Lennon inspirándose en el clásico de J. D. Salinger, “El guardián entre el centeno”, pasando por los suicidios relacionados con la lectura del “Werther” de Goethe, hasta llegar a las interpretaciones que los fundamentalistas islámicos hacen del Corán, llevándoles a la conducta terrible y destructiva bien conocida del terrorismo.
Se concluye entonces que el arte, tanto en su forma de expresión plástica como literaria puede inducir formas de enfermedad o locura en el ser humano. Esta cuestión nos hace recordar que Platón fundamentaba el conocimiento humano en la inmortalidad del alma, la cual en una existencia anterior, había tenido la oportunidad de haber contemplado el mundo de las ideas. También afirmaba el filósofo que la percepción de las esencias inteligibles que algunos seres traían ya a este mundo desde su vida anterior les hacía portadores de una especial sensibilidad ante la belleza.
¿Acaso Stendhal, enfermado ante la visión de la belleza, o el ingenioso hidalgo enloquecido ante la lectura de los libros, no eran sino víctima de su propia sensibilidad, portada en su
inconsciente y crecida ante la contemplación de las ideas en su más puro estado?. Entonces, sería como afirmaba Fedro, cuando decía que a algunos seres sensibles, antes de nacer en este mundo de las cosas,
“nos era dado contemplar la belleza con todo su esplendor cuando, unidos al coro de los bienaventurados, íbamos, unos siguiendo a Zeus, los otros siguiendo a otros dioses”.
Javier Castejón
Médico y escritor
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1. PLATÓN: Diálogos – Fedro, 427-347 a.C. 1
2. STENDHAL: Rome, Naples et Florence, 1817
3. MAGHERINI G: El síndrome de Stendhal, 1989. 3
4. https://www.elsevier.es/es-revista-neurologia-295-articulo-el-sindrome-don-quijote S0213485310001684