La Reconstrucción

El Día del Juicio Final. Javier Leॐ

Un día me preguntaron qué sería lo último que hiciese si viera que está inminente un juicio final… Yo respondí: “Un juicio” ¿En qué cabeza entra tal respuesta? Tal vez en una que ha integrado la importancia y determinación de los juicios o etiquetas.

Cuando ponemos una etiqueta a algo o alguien, estamos limitando a esa persona o cosa en sus formas de expresión, ya que no cabe entonces otra posibilidad que no sea la de esa etiqueta. Debemos ser conscientes del daño que puede ocasionar el simple hecho de poner una etiqueta, adjetivo, o valor (todos ellos juicios) en, por ejemplo, un niño pequeño que no tiene conocimiento suficiente sobre Psicología, Programación-Neuro-Lingüística, ni demás técnicas de autoconocimiento o crecimiento personal.

En muchas religiones del mundo como la cristiana, se dice que lo primero fue el Verbo, es decir, la palabra, el decreto, la Creación. Tanto es así, que el ya fallecido investigador japonés Masaru Emoto hizo un interesantísimo estudio sobre los efectos de la palabra sobre el agua. El estudio se conoce por su documental “Los Mensajes del Agua”, en el que se pudo observar cómo las moléculas del agua reaccionaban a los mensajes escritos en notas sobre las probetas o botellas donde ésta estaba. Este estudio demostró muchas cosas importantísimas, como que todo tiene vida y emoción, como el agua, que reacciona a un mensaje escrito con esa intención sobre un papel.

¿Qué es lo más determinante de este estudio? Pues que como sabes, la ciencia demostró que el cuerpo humano está compuesto en un 70% aproximadamente de agua; aquí radica la importancia del estudio, porque dependiendo de cómo nos hablemos y nos tratemos (o permitamos que nos traten, dado que la responsabilidad es de tod@s), así responderá nuestro organismo a estos mensajes. Esto demuestra cómo algunas personas se crean y recrean en su día a día, mientras otras se auto destruyen sin saberlo.

Existen varias reglas que aplican para el inconsciente, como que “el otro” no existe, o que es inocente, o que no entiende de Sies ni de Noes.
Esto es un dato curioso a la par que determinante, ya que cada vez que decimos “no quiero llegar tarde”, en realidad lo que nos estamos diciendo es que queremos llegar tarde, por raro que pueda parecer.

Esto ha sido demostrado por varios estudios dando como resultado, que puede crear en ese niño del que antes ejemplarizábamos, una forma de conducta que desarrollará de por vida de forma inconsciente y automática, sin ni siquiera plantearse porqué actúa así. De modo que si le decimos a nuestro pequeño de 3 años (por ejemplo) que ha dibujado muy bien, es posible que desarrolle sus dotes artísticas más adelante ya que se siente capaz de poder ir a por más, gracias al apoyo de sus padres o tutores.
De la misma manera, si le decimos que es un manazas, un inútil, o que está enfermo, lo más seguro que ocurra, según esos estudios, es que ese niño acabe teniendo ciertos problemas de seguridad y autoconfianza, se le caigan las cosas, no se sienta capaz para desarrollar ciertas tareas, adquiera estados depresivos o de baja autoestima, o incluso desarrolle enfermedades mentales, físicas o emocionales que le dificultarán ciertos aspectos de su vida, hasta el punto en algunos casos, de querer auto-lesionarse por no sentirse capaz, ni encontrarle sentido a una vida, donde aprecia tanto desprecio, odio o aversión (esto lo he podido corroborar personalmente en consulta).

Esos niños adultos seguirán actuando de la misma manera dañina para ellos, cubriendo esas necesidades subconscientes que se grabaron en sus células y que formaron su forma de ser y actuar, y seguirán repitiendo ese patrón hasta la toma de consciencia, que requiere ir a la raíz del “contratiempo/bloqueo” (dado que estamos tratando la importancia del decreto, no me gusta usar la palabra “problema” justamente por no atribuirle un valor tan negativo a algo que tiene solución) con técnicas como la Hipnosis, descubrir qué fue lo que lo ocasionó, porqué se ocasionó, tomar consciencia de la necesidad del cambio de conducta, y seguir un protocolo terapéutico para cambiar esos hábitos. A veces con suerte, con una sola sesión se ven resultados impresionantes, aunque no hay varitas mágicas, no existen milagros en la terapia, pues el único milagro posible es estar vivo.

La vida en sí es el milagro. Todo lo que nos ocurre en ese milagro, son los regalos divinos que nos permiten crecer como personas, si tomamos consciencia de ellos.

Si entendemos que la vida no es más que una escuela del alma para elevarnos en aprendizaje, y que las asignaturas más difíciles suelen ser el Amor al prójimo, la Empatía, el Respeto, la Confianza, etc., el día que “despertemos” a esta otra realidad y sintamos que todos somos uno, deberíamos entender que poner etiquetas o establecer juicios es tan absurdo como echarse un cubo de agua helada por encima sin motivo alguno. De modo que a partir de ahora te invito a pensar dos veces antes de decir algo, para estar muy presentes de cuántas etiquetas o juicios emitimos al día, para que, tomando consciencia de ello, podamos ir trabajándolo a modo individual.

Por otro lado, me gustaría invitaros a que, si vamos a emitir algún juicio, etiqueta o comentario a alguien o algo, especialmente a las edades más indefensas como los niños, asegurémonos que sólo sean palabras positivas y amorosas; de ese modo podremos ser testigos de cómo esos niños crecen sanos y con una autoestima fuerte.

Gracias por acompañarme hasta aquí y por hacer tuyo este artículo.

Javier Le

Terapueta-Acompañante Holísitico