Hoy me gustaría estrecharte un abrazo compartiendo unos minutos acerca de la Meditación, el Ego y el famoso Inconsciente Colectivo de Jung.
¿Has tenido contacto con el Mindfulness? Tanto si es una respuesta afirmativa, como si no, estoy seguro que sabrás de sobra los beneficios científicos de esta práctica.
Lo mejor de meditar es que al hacerlo, tú eres el cambio que quieres ver en el planeta. Por otro lado, si lo haces al mismo tiempo que otras personas con un mismo propósito, se concentra mayor cantidad de energía vibratoria, lo que hace que se genere mayor cantidad de esa intención que por ”Subconsciente colectivo” nos afecta positivamente a todos los que vivimos en este planeta. Lo creas o no, todo lo que nos rodea es energía… como tal, ni se crea ni se destruye, sólo se transforma, como dijo su padre Antoine-Laurent Lavoisier. Por eso se hacen quedadas masivas de meditación en diferentes partes del mundo a la misma hora.
Lo que hacemos al meditar es (entre otras muchas cosas, como relajarnos, reducir nuestro estrés, etc.) expandir nuestra energía desde un estado de relajación natural (nuestro verdadero estado del Ser) hacia el universo, para trasmutar el resto de energías, que tal vez en ese momento se pudieran encontrar estancadas, saturadas, incontroladas o de cualquier otra forma de expresión diferente al equilibrio, con lo que le estamos haciendo un favor al planeta.
Sé que puede sonar extraño a ciertas mentes, por eso, permíteme poner un ejemplo rápido de esta teoría psíquica-cuántica sobre la energía y su transmutación por subconsciente colectivo.
Imagina por un momento al cajero del Supermercado teniendo un mal día y estando inaguantable. Piensa por un momento, cómo te hace sentir su reacción, cuando tú le ofreces tus “buenos días” alegre y educadamente, y él ni siquiera te mira a la cara. Posiblemente se active alguna sensación dentro de ti. Tal vez se estimule un proceso subconsciente de incomprensión, frustración, rabia, o incluso ira por pensar que tú has sido agradable con esa persona, y no sólo no te ha devuelto los buenos días con gratitud, sino que directamente no te los ha devuelto, y, además, te ha puesto mala cara.
Tal vez hasta pienses: “¡vaya, con la de personas que hay en el paro con una sonrisa en la cara, y con don de gentes!”
Es un claro ejemplo de cómo la energía de una persona, puede afectar a nuestro ser, a nuestra energía. Y es entonces cuando tendemos a decir que “el otro” es un maleducado; que el otro no tiene valores; que el otro no tiene respeto. Pero no nos damos cuenta que estamos siendo presas de nuestra mente Dual y egoísta… Un Ego desequilibrado (que es el que tenemos normalmente las personas normales que a día de hoy incluso haciendo trabajo de crecimiento personal, aún no nos hemos iluminado) nos hace escurrir el bulto y echar balones fuera, haciéndonos creer, que el problema está en el otro, y no en nosotros.
Y ahí radica el problema de la humanidad, sino el único, al menos uno de los problemas ontológicos más importantes… el Egoísmo, basado en la dualidad del ser.
Nos han criado y educado en una sociedad donde somos “reconocidos” por un número de identidad (D.N.I.), y somos ese número el resto de nuestra vida. Eso nos hace diferentes a los demás, que tienen otro número de identificación distinto. Sólo te invito a que lo reflexiones por un segundo.
Igualmente, todos los demás aspectos sociales de este planeta están sectorizados para marcar diferenciaciones, por ejemplo, pensemos un segundo en las religiones, en las políticas, en los lobbies financieros; todos y cada uno buscan el bien personal, el beneficio subjetivo. Esto se puede llevar a cualquier ámbito de este planeta donde vamos a ver diferencias sociales, políticas, económicas, religiosas, espirituales, etc.
Tal vez si escuches esto estés diciendo: “No, yo soy un ser espiritual, y yo no me comporto así”, lo cual es de aplaudir, pero espirituales somos todos… despiertos o dormidos, estamos todos en el mismo saco, en el mismo planeta… y con tener ese pensamiento, ya estaríamos de nuevo haciendo una distinción subconsciente entre esos que actúan así, y nosotros, con lo que estaríamos cayendo en la misma forma de actuar que nos repele; de modo que te invito a que por un momento intentemos ser un poco más humildes.
No deberíamos emitir un pensamiento o juicio (que es lo mismo, por raro que parezca), ya que no sabemos, cómo ha sido educada esa persona, qué relación ha tenido con sus padres y familiares (si es que la tuvo), sus logros y fracasos…
También podríamos hacer un No Juicio, y simplemente SER, es decir, dejarlo estar sin reacción, que es una de las metas más importantes de la Meditación, pero ocurre que llevamos toda la vida haciéndolo de manera automática, y no es fácil pasar de la noche a la mañana de ser jueces, a seres iluminados.
Lo primero que debemos hacer es tomar Consciencia de esto. Una vez sintamos que el juicio hacia otra persona, es un juicio hacia mi indirectamente, lo siguiente es No enjuiciar. ¿Cómo? A través de práctica, porque llevamos muchos años en modo automático, yo lo llamo “cinético”.
La Meditación es una herramienta poderosa para parar ese misil cinético que es la mente. Porque debemos estar presentes sin reacción, con Ecuanimidad, y eso nos enseña subconscientemente a no ser reactivos, además de los beneficios que hemos visto anteriormente.
Javier Leॐ
Terapueta-Acompañante Holísitico