La Reconstrucción

OCULTISMO EN EL III REICH. Madam Blavatsky y la Teosofía. José Luis Tarazona

Con esta serie de artículos que empiezo hoy, quiero dar unas pinceladas de como influyeron las teorías y sociedades ocultistas de principios del siglo XX en la creación del ideario, el surgimiento, llegada al poder y políticas del nazismo.

Para comprenderlo hemos de remontarnos al principio, a la creadora del primer gran movimiento ocultista del siglo XX: Helena Blavatsky. También conocida como Madame Blavatsky, cuyo nombre de soltera era Helena von Hahn, hija de Peter von Hahn, coronel de origen alemán establecido en Rusia y de Helena de Fadéyev, rusa de familia noble. Fundadora de la Sociedad Teosófica en 1875 y de la teosofía como corriente espiritual junto al coronel Henry Steel Olcott y William Quan Judge, dedicó su vida en exclusiva al estudio comparativo de la Religión, Ciencia y Filosofía, con el objeto de descubrir la enseñanza fundamental en cada una de ellas y la verdad absoluta. Como veremos más adelante, una mala o más bien interesada interpretación de su filosofía, como han sufrido tantas religiones, es la que dará origen a todo el ideario de superioridad racial nazi.

Madame Blavatsky se interesará por el mundo espiritista y ocultista gracias a la obra de Edward Bulyer Lytton, novelista autor de “Los últimos días de Pompeya” de 1834 y de aforismos tan conocidos como “El tiempo es oro” o “La pluma es más fuerte que la espada”. Helena leería dos obras de Lytton que la marcarían: “Zanoni” donde descubrirá la figura arquetípica del Guardián del umbral, que representa al ser humano dominado por las bajas pasiones que ha de superar para pasar al plano espiritual y la obra “La raza futura”, donde en un mundo subterráneo, una raza humana llamada El Vril-Ya que sobrevive sin máquinas gracias a una energía milagrosa también llamada Vril. En próximos artículos, veremos como la Sociedad Thule y sus miembros más importantes (qué formarán la Sociedad Vril), pervertirán las enseñanzas teosóficas de Blavatski convirtiendo sus parábolas en una cosmogonía delirante.

Tras escaparse a los tres meses de un matrimonio medio forzado con el vicegobernador de Armenia Nikífor Blavatsky, su aprendizaje comenzaría a través de innumerables viajes a lo largo de todo el mundo: Los Balcanes, Grecia, Egipto, Siria, India, Estados Unidos, Inglaterra, Italia, Tibet… En muchos de ellos estará acompañada por Albert Rawson, un explorador naturalista estadounidense interesado en el esoterismo y miembro de la masonería. En estos viajes Helena conocerá la filosofía y los mitos antiguos, desde la Grecia clásica hasta las filosofías orientales, pasando por el antiguo Egipto, Estados Unidos o Sudamérica. En este periplo por la faz de la Tierra, y siempre según ella, tuvo experiencias y crisis de tipo sobrenatural que le permitieron adquirir un completo dominio de sus energías psíquicas. La idea de la creación de su filosofía se fraguará tras conocer a dos de los que consideraría sus maestros: Rajput, Mahatma o Maestro Morya al que conoció en Londres en 1851 y el maestro Kuthumi, que encontraría en su viaje por el Tibet-India en 1868. Se decidirá a plasmar su ya incipiente filosofía con la creación de la Sociedad Espírita en El Cairo tras casi morir ahogada al hundirse el barco en el que viajaba de Grecia a Egipto el 4 de julio de 1871.

Decepcionada, como así atestiguan sus cartas, con los integrantes del grupo, a los que catalogaría como médiums farsantes y ególatras contumaces, disolvería la sociedad recalando en Nueva York, donde conocería al coronel Henry Olcott, así como al abogado William Quan Judge, con quienes fundaría la Sociedad Teosófica el 7 de septiembre de 1875. Este periodo asentaría su filosofía que plasmaría en un primer libro que tendría gran influencia en esta corriente filosófica: “Isis sin velo”, donde describirá la historia de las ciencias ocultas y el origen de la magia y la naturaleza. Esta obra era muy crítica con todas las religiones, a las que acusaba de hipócritas y de desvirtuar la verdad absoluta, pervirtiendo la pureza de la misma y fragmentándola en pedazos apenas reconocibles. Blavatsky propone que todas las religiones parten de una enseñanza o tronco común que las doctrinas religiosas han olvidado o directamente contradicho, su objetivo es llegar a esa enseñanza original a través del estudio comparativo de la Ciencia y la Filosofía para descubrir la realidad permanente que subyace por detrás del mundo sensible.

El nazismo usaría este ataque a las religiones para fundamentar su teoría de la perversión del judaísmo, algo muy alejado de las pretensiones de Blavatsky, que aunque más cercana a la filosofía oriental que representa el budismo, estudió con gran interés La Cábala hebrea, siendo las religiones cristianas a las que más acusó en su diatriba.

En 1878 trasladaron la Sociedad a la ciudad india de Advar, país entonces aún bajo el dominio británico. Es allí donde conocerían al editor de periodicos Alfred Percy Sinnett, quien les ayudaría a crear la revista “The Theosophist” (la cual todavía se publica) y de la que Blavatsky sería la editora. La Teosofía como corriente espiritual sufrirá con esta publicación un crecimiento vertiginoso, atrayendo a personas de gran relevancia a la Sociedad Teosófica, como Thomas Edison.

Sus viajes posteriores a la que entonces se conocía como Ceylán, la actual Sri Lanka, la llevarían a profundizar mahāyāna, el sistema ético del budismo esotérico y plasmar la base de la teoría teosófica que serviría para la creación de su gran libro y guía de teosofía: “La Doctrina Secreta”, inspirado por otra obra: “El libro de Dyzian” (antiguo texto de origen tibetano perteneciente a un grupo de escritos esotéricos conocidos como los Libros de Kiu-Te), donde plasmaría sus ideas de la composición y evolución del universo, del ser humano y la explicación de los símbolos básicos contenidos en las grandes religiones y mitologías. Su filosofía básicamente se fundamenta en tres puntos:

  1. La Unidad fundamental, fuente y origen de todo. Esta Raíz a partir de la cual surge el Universo es eterna, y permanece inalterada e igual a sí misma.
  2. El Universo, si bien es eterno en su esencia, se manifiesta a partir del Principio Único, de manera periódica, para luego volver a fundirse en esa Unidad: ley de la necesidad o Karma. Cada ciclo sería consecuencia del precedente y causa del siguiente. Un proceso sin principio ni fin.
  3. El alma humana es una con este Principio Universal. Se desprende para volver a fundirse en él al final del ciclo. Pero ni el desprendimiento ni la fusión son absolutos, pues el alma no deja de compartir la esencia con el Alma Universal, constituyéndose como punto de partida para manifestaciones futuras.

El nazismo, tal y como había denunciado del resto de las religiones la propia Blavatsky, pervertiría todas sus enseñanzas.  Nada pone más de manifiesto este hecho que su “Escala de Oro”, la guía de vida de un teosófico:

Vida limpia, mente abierta, corazón puro, intelecto despierto, percepción espiritual sin velos, afecto fraternal para todos, presteza para recibir consejo e instrucción, obediencia voluntaria a los mandatos de la verdad.

El nazismo incluso se apropiaría de la simbología de la Sociedad Teosófica, cuyo escudo sintetiza esa fusión de corrientes religiosas en una verdad única y que entre sus símbolos se encontraría la esvástica budista y en el que se puede observar:

  • Los triángulos entrelazados del Sello de Salomón.
  • El Ankh, la cruz ansata, del antiguo Egipto.
  • La esvástica budista que gira en sentido contrario al símbolo nazi, aunque es un símbolo mucho más antiguo del que encontramos ejemplos desde el neolítico.
  • El Ouroboros, serpiente mordiéndose la cola de mitologías como la griega, egipcia, china y azteca.
  • Encima del sello está el Aum o palabra sagrada (Om).

Su vida no estuvo exenta de polémica, pues vivió rodeada de acusaciones de fraude y estafa por sus detractores. La Sociedad para la Investigación Psíquica en Londres (London Society for Psychical Research) creó un comité especial para investigar a Madame Blavatsky a cargo de Richard Hodgson, quién la acusaría de ser: “una de las impostoras más grandes de la historia”, pero su informe sería refutado por la propia Sociedad un año más tarde.

Tras su muerte por gripe en 1891 en Londres, su filosofía teosófica lejos de morir con ella seguiría muy presente. Tras varios cismas sus enseñanzas, se crean en ellas o no, influirían en sociedades tan importantes como los Rosacruces, La Masonería o filosofías más modernas como la New Age surgida en la década de los sesenta. Su escisión más oscura llegaría al Tercer Reich de manos de la Sociedad Thule.

 

José Luis Tarazona

Escritor y licenciado en Químicas por la Universidad de Valencia