La Reconstrucción

Mujeres y Galdós. Juan Francisco Santana

Pensé que debía escribir algo sobre GALDÓS en el año en el que se han cumplido los cien años de su partida, pero a la misma vez me pregunté qué podía aportar de nuevo sobre el insigne escritor canario, por lo que creí que iba a ser muy complicado poder contribuir con algo novedoso. De repente, sin esperarlo, me vino, como si alguien le hubiera dado a un interruptor de la luz, a la memoria algo que había leído, hace muchísimos años y me puse a indagar, en primer lugar, buscando unos libros que hacía muchísimo tiempo que no abría y que me podrían dar la solución a lo que deseaba llevar a cabo.

¿De qué se trata? – se preguntarán ustedes, aunque sí que les he de adelantar que no se trata de nada esencial y sí, eso creo, una simple curiosidad. Después de localizarlos los abrí con muchísimo cuidado pues se trataba de ejemplares de la primera edición, editados en los años 1884 y 1885 por la imprenta y litografía La Guirnalda, que era la editorial que le publicaba la obra a Galdós. Además, con el mismo nombre, “La Guirnalda”, y en dicha editorial, se difundía un periódico quincenal dedicado al Bello Sexo, así se anunciaba, en Madrid, en la calle de Las Pozas número 12, pero no quedaba ahí la cosa pues también se publicaba en “La Guirnalda”, un apartado titulado “La costurera”, o también llamado “Manual de costurera en familia”, en el que se podían encontrar patrones y figuras a tamaño natural para el corte de los vestidos. Siguiendo con la imprenta y litografía mencionada decir que “La Guirnalda” se trataba de un periódico que contenía, cito textualmente: “… ocho páginas, de amena e instructiva lectura, ilustrada con excelentes grabados y que contiene advertencias útiles y cuantas explicaciones y anuncios sean de interés para las familias, escuelas y colegios de señoritas.”

No me digan que no es curioso que algunas obras de Galdós fueran publicadas, por primera vez, en esta editorial tan femenina. También me he percatado que al preguntar sobre las obras de Benito Pérez Galdós, tanto a alumnos como a amantes de la cultura, y aprovecho la ocasión para preguntarles, a ustedes los lectores, al que desee responder, aunque sólo lo piense o lo quiera escribir, a la pregunta ¿me podría citar algunas obras de Galdós? ¿Quién se presta a colaborar sólo citando las obras que recuerde? Después de unos instantes en los que a la memoria, seguramente, les han venido algunos títulos, seguimos leyendo.

Nadie, hasta ahora, en otras ocasiones y en mis clases, ha incluido en sus respuestas la novela “Lo prohibido”. Editada en dos tomos en los ya mencionados años 1884 y 1885, por la citada editorial. Es lógico que no se cite pues es una de las obras menos conocidas del célebre autor canario. En el primero de los tomos, ya en el capítulo 1, Galdós aborda el tema de la figura femenina, presentándonos, cuando el personaje principal de la novela, José María Bueno de Guzmán, se afincó en Madrid hacia 1880, en los últimos momentos del reinado de Alfonso XII, a sus primas madrileñas: María Juana, Eloísa y Camila, haciendo de ellas las grandes protagonistas, las que ocupan el centro de toda la novela, haciendo, como era habitual en Galdós, un estudio psicológico detallado de cada una de ellas.

No es de extrañar que el autor de Doña Perfecta, Marianela, Fortunata y Jacinta, Electra, Tristana, Santa Juana de Castilla, Gloria, La de Bringas, La desheredada, Sor Simona, Casandra, entre otras, nos presente, en su obra “Lo prohibido”, ese minucioso estudio de la psicología femenina, de su particular universo femenino, de aquel momento, aunque lo comience diciendo, lógicamente atendiendo al pensamiento machista generalizado de la época que infravaloraba a la mujer, cito textualmente:

“Y eso que son mujeres, y en opinión mía (que será un disparate fisiológico, pero es una opinión) las mujeres tienen más nervios que los hombres. Ninguna de las tres ha presentado hasta ahora desconciertos nerviosos que me pongan en cuidado, a excepción de aquellas que vienen a ser como de rúbrica en el bello sexo y sin los cuales hasta parece que perdería parte de sus encantos.”

El autor nos dice, en boca de su personaje, que entre los géneros hay diferencias de temperamento, ahondando en esas diferencias cuando, y permítanme que me exprese como antropólogo, en realidad las personas son diferentes no precisamente por el género sino por su propia condición de ser humano y así el temperamento, la fuerza, la sensibilidad, la arrogancia  la inteligencia no son cualidades que se puedan asignar, de forma generalizada, a un sexo o a otro, pues eso es como decir que un blanco es superior a un negro en inteligencia cuando lo correcto sería decir que hay negros y blancos inteligentes y blancos y negros menos inteligentes, no es cuestión de color ni tampoco de género y sí de capacidad individual.

Me van a disculpar que me haya saltado el guion y que por un momento no mencionara a Galdós, pero creo que hoy, más que nunca, hay que aclarar determinadas cuestiones que pueden contaminar la buena convivencia y el respeto al que deben ser merecedores los OTROS, pero eso es otro tema.

Curiosamente en “Lo prohibido”, en el capítulo I, apartado III, podemos leer, en relación a su prima Eloísa, pues el tema central es las patologías que aquejan a todos los miembros de la familia Bueno de Guzmán, pues todos, sin excepción, tiene algún problema, y en el caso de Eloísa era que le tenía horror a las plumas, pues tenía la sensación de tener una pluma atravesada en la garganta sin poder expulsarla… y Galdós escribe “Se pone nerviosísima a la vista de un canario…” pudo decir a la vista de un vencejo u otra ave pero utiliza canario.

Sigue el autor de “Lo prohibido” escribiendo: “En cuanto a las mujeres de la familia las ha habido ilustrísimas por la virtud, algunas heroicas, pero también las hemos tenido de temperamentos exaltados, que más vale no hablar de ellas.

En cuanto a su prima Eloísa, casada y amante del protagonista, además de los que pudieran satisfacer sus caprichos, tanto españoles como franceses, nos decía, encandilado por sus encantos: “Desconfiado siempre de mí mismo en materia de gusto artístico, me sometía al parecer de Eloísa y nada se ponía en las paredes de mi casa sin que antes pasase por la prueba de su entendida crítica…”

Ningún día de gran comida dejó Eloísa de sorprendernos con alguna novedad añadida a las riquezas de su bien puesta casa. Aquella noche (una de tantas) GALDÓS RECALCA LO DE LAS NOCHES COMPARTIDAS DE MANERA ALGO SOLAPADA:  “…al entrar en el segundo salón, vi dos personas… eran dos pinturas… mi prima las había adquirido aquella semana… habíalas colocado a los dos lados de la puerta que comunicaba el salón con su gabinete y puso ante cada una un reflector con vivísima luz…”

Se menciona a Eloísa como entendida en arte, y compradora de objetos de lujo, cerámica incluida, cuando en aquellos momentos los entendidos en arte, generalmente, eran los hombres, digo esto porque, en general, en las protagonistas de “Lo prohibido” se infravalora, o se le asignan adjetivos inapropiados, a la figura femenina, pero en el caso de Eloísa he de decir que, por momentos, se le eleva a los altares.

En el capítulo XV, apartado II, sin embargo, leemos: “Las tonterías de Camila, que antes me fueron antipáticas, encantábanme ya, y sus imperfecciones me parecían lindezas.” También se le dedican otras palabras a Camila, como por ejemplo: “No tardó en aparecer la borriquita, limpiándose las lágrimas y sonriendo.”

Espero que con este pequeño ensayo se haya aportado algo diferente sobre una obra muy poco conocida de Galdós, presentándonos a sus protagonistas femeninas, aunque no he querido ahondar más en la historia para no disminuir el interés y lo atractivo de su lectura, por si desean aventurarse a leer esta singular obra que para algunos entendidos es, por así decirlo, la antesala de “Fortunata y Jacinta”.

Hace ya muchos años un compañero de departamento educativo me decía que las mujeres no se podían quejar pues, por ejemplo, así se manifestaba, Galdós tituló a sus mejores obras con nombres de mujeres y hablaba de mujeres y recuerdo que le contesté que debían ser las mujeres las que hablaran de ellas mismas y así erigirse en verdaderas protagonistas.

Con respecto a Galdós decir, para finalizar, que tuvo mucho de premonitorio y así en la introducción y notas de Ángel del Río al trabajo titulado “Benito Pérez Galdós: Torquemada en la hoguera”, del Instituto de las Españas en los Estados Unidos, publicada en Nueva York en el año 1932, entre otros se puede leer una profecía en propias palabras de Galdós, al ser criticado, por algunos, en su tiempo, por sus ideas y por su estética, dejándonos estas palabras: “Yo imagino, sin embargo, un tiempo en que cambiarán de parecer los que hoy empiezan a verme como un viejo maniático, obstinado en tomar en serio las luchas del siglo XIX y en ver por todas partes supervivientes del absolutismo.” Y, como hemos podido comprobar y seguimos comprobando, ese momento llegó.

 

 Juan Francisco Santana Domínguez

Escritor

Presidente de la Academia Norteamericana de Literatura Moderna en el Reino de España