La Reconstrucción

EL DESPERTAR DE LA CONSCIENCIA. José Antonio Hernández de la Moya

Como afirma Eckhart Tolle, el autor de “El poder del Ahora”, el despertar espiritual está ya con nosotros y sólo tenemos que activarlo. Y recordemos que el despertar espiritual o iluminación, como nos aseguró Buda, es el fin del sufrimiento.

Sufrimos porque nos venimos identificando, generación tras generación, con nuestra estructura egocéntrica, causa principal de nuestros miedos y errores. Pero, por fin, como nos vienen diciendo innumerables maestros de la espiritualidad, la Humanidad se encuentra ya en un determinado ciclo evolutivo, tanto desde el punto de vista individual como colectivo, maduro para dar un salto hacia un mundo nuevo. Sí, aquí y ahora, tenemos la oportunidad de construir un mundo nuevo y mejor. Esto supone, lógicamente, una revisión radical del papel del ego, la falsa personalidad con el que nos hemos venido identificando, y al que hemos otorgado-erróneamente- nuestra verdadera naturaleza, sin ser conscientes de que se trata tan sólo de un vehículo para movilizarnos en este mundo material.  Para que esto ocurra, las mismas estructuras de la mente humana necesitan experimentar una profunda transformación.

El despertar-según Eckhart Tolle- es un cambio de consciencia en el que se separan el pensamiento y la consciencia. No es un acontecimiento, sino un proceso que experimentamos. Una experiencia por la que, en lugar de estar perdidos en los pensamientos, nos reconocemos como la consciencia que hay detrás de ellos. Entonces pensar deja de ser una actividad autónoma al servicio de sí misma, toma posesión de nosotros y dirige nuestras vidas. De este modo la consciencia se hace cargo del pensamiento por lo que, en lugar de tener el control de nuestras vidas, el pensamiento se convierte en el servidor de la consciencia. La consciencia es la conexión consciente con la inteligencia universal. También se utiliza la palabra “presencia”, es decir, conciencia sin pensamientos.

Para algunos “el despertar”- nos sigue aclarando Tolle- se produce cuando de pronto nos hacemos conscientes de la clase de pensamientos que pensamos habitualmente, especialmente los negativos y persistentes, aquellos con los que nos hemos venido identificando a lo largo de la vida. De pronto hay una consciencia que es consciente del pensamiento, pero que no forma parte de él.

El momento actual es único en la Historia. Esto lo afirman innumerables maestros y divulgadores de la nueva espiritualidad. Nos refieren que esto ya ha sido anunciado por muchas culturas antiguas. Consiste en una especie de “ascensión vibratoria” de nuestro planeta, que propulsará a la Humanidad hacia una edad de oro. Se habla de “salto cuántico de la consciencia”.

El nuevo mundo que viene está directamente relacionado con el llamado “despertar de la consciencia” o iluminación. El despertar de la consciencia es un concepto que no se pueda entender intelectualmente, pues es un viaje experimental hacia “El Ser” o, en terminología bíblica, la “Casa del Padre”.  Esencialmente, “despertar” es un proceso de transformación interior en el que comenzamos a tomar consciencia de nuestra auténtica naturaleza. Despertar es abrirse a la realidad que siempre ha estado ahí.

Despertar es también ir más allá   de nuestro sistema de creencias condicionado. Supone   vivir en el presente, en el aquí y en el ahora, sin dejarse seducir por la ilusión mental acerca del pasado y del futuro, entregados a la experiencia de la vida, sin filtros, componendas o subterfugios. En palabras de Nisargadatta Maharaj: La bendición-la iluminación, el despertar- es darse cuenta de que uno no es el cuerpo, sino la consciencia”. Y ”al estado supremo no se va, usted es ya el estado supremo”.

 Así que “Despertar” consiste en descubrir quiénes somos realmente, dejando atrás todas las innumerables etiquetas con las que nos hemos venido identificando, derivadas de la errónea identificación con nuestra personalidad: hombre, mujer, niño, joven, viejo, rico, pobre, torpe, inteligente, audaz, timorato…. Despertar es un proceso de des-aprendizaje, de soltar, de sacar de nuestras mochilas vitales toda la carga inútil que en nuestro largo caminar hemos venido acumulando.

Cuando despiertas fluyes con la vida. Fluir o aprender a fluir significa que aceptas que existe una inteligencia superior que rige el orden de las cosas. Es la inteligencia que organiza todo, para que todo exista, se mantenga o evolucione. Si no fluyes con esta inteligencia, sufres; si fluyes, eres feliz. “El río de la vida-dejó dicho Nisargadatta Majaraj. fluye entre las orillas del dolor y del placer. La mente sólo se convierte en un problema cuando se niega a fluir con la vida y se queda estancada en las orillas”.

Despertar es reconocer que la vida no te sucede a ti, sino que sucede para ti: para que crezcas, aprendas y evoluciones. Para que descubras quién eres. Nisargadatta afirmó: “Todo está aconteciendo por sí solo y ese falso yo se está atribuyendo el crédito por la hechura de las cosas. Usted es el conocedor, no el hacedor”.

 Desde este punto de vista, podemos considerar que la vida es un juego de la consciencia. La adversidad, los problemas o dificultades son los mecanismos, el cuaderno de bitácora, los apuntes de sabiduría de los que se sirve la propia vida para que crezcamos y evolucionemos. Pero, según Nisargadatta Maharaj: “No es nunca la persona la que es liberada. Es de la persona de lo que uno se libera”. Despertar, en definitiva, es dejar de vernos a nosotros mismos como hojas al viento, sino formando partes integrantes del Todo, de la inteligencia que lo ha creado todo y lo sustenta todo.

El mundo, hoy, a pesar de seguir estando dominado por el ego y sus innumerables manifestaciones, vive un claro despertar espiritual, nunca antes visto. Se está produciendo una gran “masa crítica”, consciente de que el mundo debe cambiar radicalmente. Y, en línea con el Bhagavd Gita, saben que “el secreto de la libertad humana es actuar bien, sin apego a los resultados”. Son cada vez más los que han tomado la determinación de superar el modelo impuesto, dictado en gran medida por la mayoría de los “mass media”.

La conciencia sobre los grandes problemas humanos y sociales a los que nos enfrentamos crece. Cada vez más personas están dispuestas a escuchar esas verdades y son lo suficientemente valientes como para llevar el cambio a ellos mismos y a sus familias, porque saben que el cambio que el mundo necesita pasa por su propio cambio.

Algunos de los síntomas del despertar espiritual que se aprecian son:

  • El deseo de simplificación de la vida.
  • La atracción por las lecturas de libros de desarrollo personal y crecimiento espiritual.
  • La búsqueda del silencio exterior e interior.
  • El cuidado de los aspectos relacionados con el cuerpo físico, emocional y mental.
  • Determinación para ser los capitanes o responsables de su propia vida.
  • Vivir el aquí y el ahora, dejando atrás el pasado, y sin perturbaciones por el futuro.
  • La pérdida del interés por el logro personal y la competición.
  • La sensación de unidad con todos y con todo.
  • La conciencia de que la vida está gobernada por leyes espirituales.
  • Descubrimiento de que están en el mundo para alumbrar o guiar.

Y en esto del despertar no existe ninguna tipología humana arquetípica. Si analizamos a Nisargadatta Maharaj y a Ramana Maharshi, los dos grandes maestros por antonomasia de la espiritualidad del siglo xx podremos comprobar sus evidentes diferencias.

Ramana era gentil, reservado y silenciosamente poderoso. Nisargadatta era intenso y de voz fuerte; Ramana era rural. Vivía cerca de una montaña.  Nisargadatta era urbano, enseñaba en un pequeño hogar en una enorme metrópolis: Bombay, ahora conocida como Mumbai, rodeado de millones de personas; Ramana era desapegado y poco mundano. Nisargadatta, sin embargo, era comprometido y con un estilo de vida bastante común: estaba casado, criaba una familia y trabajó muchos años para mantenerlos por medio de una tienda de bienes de uso doméstico, principalmente cigarrillos hindúes; Ramana dedicó toda su vida a enseñar desde el estado de auto-realización (despertó apenas cuando tenía 16 años), Nisargadatta no se convirtió en buscador hasta la edad de 36, y tuvo su despertar pocos años después; Ramana no tuvo un maestro humano. Nisargadatta sí: el gurú Siddharameshwar Maharaj, y luego atribuyó el mérito   de su despertar a simplemente seguir las instrucciones de este gurú.

Un ser despierto o iluminado no será reconocido, pues, por el color de su piel o de sus ojos, su edad, su género, su lugar de nacimiento, su personalidad, su don de gentes o su estilo de vida.  Un ser despierto podrá ser reconocido porque, como afirmó un maestro zen “cuando camina, camina; porque cuando come, come; y porque   cuando duerme, duerme”.

Y, ciertamente, como nos asegura Eckar Tolle, hoy el despertar de la Humanidad está aquí y ahora y sólo hay que activarlo. No será vendrá de forma automática, pues es un proceso que se activará, como nos dejó dicho Nisargadatta Mahará con un primer paso:

“Todo vendrá a medida que usted avance. Dé usted el primer paso. Todas las bendiciones vienen de dentro. Vuelva adentro. “Yo Soy”, usted lo sabe. Sea con ello todo el tiempo que usted pueda permitirse, hasta que usted revierta a ello espontáneamente. No hay ninguna vía más simple ni más fácil”.

José Antonio Hernández de la Moya

Periodista, productor audiovisual, formador