La Reconstrucción

Komitas Vardapet: Cuando la música cura el alma. Ana Soria.

Komitas Vardapet nacido en Soghomon Gevorgi Soghomonian, no es un músico muy conocido para el gran público y sin embargo es un grande de la música y del Arte en mayúsculas, así como un hombre extraordinario. Nacido en 1869, es considerado el fundador de la música clásica armenia y héroe nacional. Huérfano desde los once años fue acogido por la iglesia, a la que dedicó su vocación llegando a ser ordenado sacerdote (vardapet) adoptando el nombre de Komitas, pero su alma y su corazón siempre estuvieron en la música. Aunque de humilde familia, en su casa se cantaban y componían canciones, allí nació su amor por la música popular, lo que hoy llamamos folk. Gracias a su empeño logró recopilar más de tres mil canciones en sus innumerables viajes por aldeas y pueblos de Armenia y que serán la base de la musicología moderna armenia.

Su gran talento le llevó completar sus estudios en Berlín y con permiso de la Iglesia, lleno de alegría y vitalidad, formó coros con los que dio conciertos en Europa y Turquía un repertorio lleno de maravillosas canciones que hablan de la tierra y la vida, la primavera, las montañas, la sencilla vida campesina… Compuso para piano, para coro y lo que llamamos lied, canción, sobre poemas de, entre otros, su amigo el escritor armenio Hovhannes Tumanyan.

Pero su gran obra quizás sea la religiosa, el Badarak (Divina Liturgia) y que comenzó a componer en 1892 pero nunca terminó aunque hoy en día todavía se utiliza en la liturgia de la Iglesia Armenia. El Badarak Komitas no era una composición original en sí, sino más bien un arreglo de las melodías ya existentes que revisó buscando la pureza de la música armenia, eliminando influencias exteriores. Su grandeza reside más en recoger la infinitamente bella música de su tierra que en componer una extensa obra y de alguna manera ordenarla, devolviéndosela al pueblo para gozar y enorgullecerse con su cultura.

El 24 de abril de 1915, día que se considera el comienzo del Genocidio Armenio, fue arrestado y al día siguiente trasladado en tren, junto con 180 notables armenios, a unos 300km de la capital otomana, Estambul. Ya antes habían comenzado las matanzas y el sistemático arresto de los principales personajes, filósofos, poetas, escritores, músicos, el alma entera de un pueblo: el armenio. Tal atrocidad quedó diluida con el estallido de la II Guerra Mundial y nunca ha sido reconocida por parte de Turquía.

Gracias a algunos amigos turcos fue liberado, pero los 15 días que pasó preso llenaron su alma de tal horror que nunca más volvió a decir palabra alguna. Finalmente fue trasladado a París en 1919, donde murió en el hospital psiquiátrico Villejuif en 1935. Al año siguiente sus cenizas fueron llevadas a Ereván y enterradas en el Panteón.

Hasta aquí la biografía de Komitas, pero de lo explicado no podemos comprender la grandeza de un hombre que con tanto que decir pasó veinte años en silencio tras su arresto, no está claro si no volvió a hablar con nadie, quizás con algún amigo pero nunca de lo que vio, y desde luego no volvió a cantar. Por eso es tan importante hablar de él, oír de nuevo su voz en sus canciones y hacerle cantar, cantándole a él.

La música de Komitas no solo está llena de alegres notas pastorales, tiene la fuerza de la melancolía, del dulce penar de quien lejos de la patria añora noticias, como en Krunk, la Grulla, que se ha convertido en el himno oficioso de Armenia:

“Grulla, ¿cuando vuelves? Tengo sed de tu voz, ¿tienes noticias de mi patria?”

O en Andunoi, los sin patria, un canto lleno de fuerza a los millones de desplazados. Un lamento por el hogar perdido que no se resiste al olvido:

”Mi corazón se parece a las casas en ruinas, se han roto las vigas y sus pilares, donde han hecho nido las aves silvestres, me iré…”

Cuando canta a la primavera en Garun-a:

“Es primavera, pero está nevando”

Es sin duda alguna uno de los grandes músicos del siglo XX, reconocido por Fauré y Debussy, la enormidad de su trabajo como director de coro, musicólogo, compositor, también poeta y como creador o re-creador de la identidad de un pueblo. Es admirable, es el trabajo de un titán. Una voz que se quiso silenciar para siempre pero cuya belleza te atrapa y no permite olvidar.

Con todo lo dicho, quiero finalizar haciendo hincapié , en que su música es no solo una obra inconmensurable en lo que a trabajo y aportación humanística conlleva, es mucho más, es alimento para el alma y a pesar de la melancolía que a primera vista desprende, es una cura ,un bálsamo, notas simples en apariencia, sencillos compases que al escuchar parecen convertirse en hechizos para sanar un corazón cargado por las penas de un mundo egoísta, con la varita mágica de quien ha sufrido tanto que ha podido condensar un alma rota en unas notas bellas que cantan una nana.

Ana Soria Serneguet

Soprano y Licenciada en Geografia e Historia por la Universidad de Valencia.

 

Os dejo algunos enlaces para que disfrutéis la música de Komitas y para no dejar de navegar seguro que vais a encontrar muchas, muchísimas joyas:

ENLACES DE INTERES.

Seven Songs for Piano, Performed by Hayk Melikyan

 

“Andouni” (Homeless) – Isabel Bayrakdarian and the Komitas String Quartet

Komitas Vardapet: (English)

Dle Yaman – Isabel Bayrakdarian and the Minassian Duduk Quartet:

Krunk. Chamber Players of the Armenian Philharmonic Orchestra Eduard Topchjan conductor Isabel Bayrakdarian soprano Serouj Kradjian piano.