La Reconstrucción

El nazismo y las Sociedades Secretas

De todas las Sociedades Secretas y ocultistas existentes en Alemania a principios del siglo XX, La Sociedad Thule sería la de más relevancia. Pervirtiendo las teorías ocultistas de Madame Blavatsky, Thule surge en Múnich en 1917 a la sombra de otra sociedad mayor: La Orden de los Teutones, fundada en 1912 e inspirada en la Orden de Caballería Templaría medieval alemana que participó en las cruzadas. Fue el barón Rudolf von Sebottendorff quien la fundaría con el objeto de estudiar las ciencias ocultas y el espiritismo, pero la mayoría de sus miembros apenas se interesarán por estos asuntos y virarán el rumbo de la organización hacia la demostración de la superioridad racial aria. Tanto es así, que para acceder a Thule se debía jurar que no se poseía ningún antepasado judío o negro.

Hemos de pensar que quienes participaban en Thule provenían en su mayor parte de otras organizaciones secretas u ocultistas, como la mencionada Orden de los Teutones o la desaparecida de Los Iluminati Bávaros, fundada por Adam Weishaupt en 1776 en la Universidad de Ingolstadt (Baviera) con el objetivo de difundir las ideas de la Ilustración y que tenía en su base a la Orden Jesuita. A pesar de ser prohibida y perseguida, junto a la masonería, por el Papa Pío VI por herejía en el siglo XVIII, sus ideas no murieron y parte de sus seguidores se incorporarían a Thule a su fundación.

En el propio nombre de Thule encontramos las primeras señales de la finalidad racista de esta sociedad y de su interés en las teorías ocultistas, pues originalmente se llamaba Grupo de Estudio de la Antigüedad Alemana. Para la Grecia y Roma clásicas, Ultima Thule (cuyo significado es: el Norte más remoto y que el propio Virgilio menciona en la Eneida) era un país real (como Troya o la Atlántida) que debía estar situado en la actual Escandinavia, Groenlandia o Islandia. Las relaciones de las creencias de estas sociedades con las políticas raciales nazis y la toma de ciertas decisiones las abordaremos en el siguiente artículo. El tema es extenso y en esta ocasión quiero dar unas pinceladas de cómo desde las practicas ocultistas se llegó a crear todo un movimiento político que llevó al mundo al borde del abismo.

Muchos de los atentados y asesinatos de la extrema derecha (se cree que unos 354 entre 1918 y 1922), se asocian a miembros de Thule, quienes fomentaron desde el principio un clima de crispación en Alemania. Por ejemplo, Anton Graf von Arco auf Valley asesinó al primer ministro socialista Kurt Eisner. Fueron dos destacados miembros de Thule: Anton Drexler y Karl Harrer quienes fundarían el Partido Obrero Alemán (D.A.P) al que Hitler se afiliaría en 1919 y transformaría en el partido Nazi (N.S.D.A.P, Partido Obrero Alemán Nacional Socialista) en 1920.

El barón von Sebottendorff, a quien sólo le interesaba la parte ocultista y viendo el rumbo que tomaba la sociedad que había fundado, abandonaría Thule y nunca se haría miembro del DAP o del Partido Nazi. Pero la Sociedad no se disolvió con su marcha y muchos de sus miembros tendrían una gran relevancia en el auge, llegada al poder y políticas del partido nazi, pues miembros destacados de la Organización tuvieron un papel clave en todo lo que sucedió. Entre estos miembros se encontraban:

– Rudolf Hess, presidente del partido nazi y lugarteniente de Hitler hasta 1941. Su importancia es clave, pues compartió celda con Hitler tras su intento fallido de tomar el poder en Baviera en lo que se conocería como el Putsch de Múnich en 1923 y del que se dice que impregnó a Hitler de las teorías de Thule y ayudó o directamente escribió partes de Mein Kampf durante su cautiverio conjunto.

– Dietrich Eckart, escritor y dramaturgo que descubriría y catapultaría a Hitler hasta la cúpula del partido, fundando el periódico oficial nazi: el Völkischer Beobachter, a través del cual promocionaría las teorías ocultistas de Thule y las políticas de Hitler.

Otros miembros destacados de Thule y de infame recuerdo son: Hans Frank, el Gobernador de la Polonia ocupada y uno de los idearios de la “Solución final”; Alfred Rosenberg, ideólogo del concepto de Lebensraum, “Espacio vital” y las leyes raciales de principios de los años 30 y Julius Streicher, editor del diario Der Stürmer, fundamental en el sistema propagandístico alemán. Los tres acabarían ejecutados por crímenes contra la humanidad tras ser juzgados en Núremberg en 1945..

La otra gran orden que tuvo buena parte de responsabilidad en el éxito y llegada al poder de Hitler, en este caso por omisión, fue la sociedad medieval conocida como Nobleza Negra. En 1870 las tropas del rey Víctor Emmanuel II entran en el Vaticano y terminan con la existencia de los Estados Pontificios, reunificando Italia tal y como soñó Garibaldi unas décadas antes y relegando los territorios controlados por el Papa a la actual Ciudad del Vaticano. El entonces Papa, Pio IX se opuso a esa invasión y obtuvo el apoyo de parte de la aristocracia, que darían la espalda al nuevo rey y pondrían sus casas de “luto”, con crespones negros dando origen al nombre de Nobleza Negra. Sus miembros ocuparían los escalafones más importantes del Vaticano e incluso llegarían a sentarse en la silla de Pedro, como en el caso de Pio XII, el papa vigente durante el III Reich y aristócrata de la Nobleza Negra.

Pio XII fue nombrado nuncio apostólico en Baviera en 1917 y tres años más tarde se trasladó a Berlín, donde ejerció el cargo hasta 1929. En esa época se impregnó de la cultura alemana de la que sería un gran admirador, hecho que se reflejaría en el concordato de 1933. Su predecesor, Pio XI, mostraba una gran preocupación con la subida al poder de Hitler, algo que se pone de manifiesto en su encíclica: Mit brennender sorge, (con viva preocupación). Con la llegada de Pio XII esto cambió, pues ya en guerra, el Papa veía con buenos ojos al Führer y su cruzada anti-bolchevique. Hay pruebas fehacientes de que la Nobleza Negra, entre ellos el Papa o el propio Monseñor Seredi, cardenal primado de Hungría, sabían de los asesinatos en masa, incluidos los de sacerdotes católicos en el campo de Dachau. Cuando los crímenes llegaron a la misma Roma, tampoco ninguno de ellos hizo nada para evitarlos, de hecho, parte de sus miembros ayudarían a escapar de la justicia a muchos nazis al final de la guerra. En contraste, muchos católicos si hicieron todo lo posible para salvar a las víctimas del holocausto, como al que se conocería más tarde como “El Papa Bueno”, Juan XXIII o los sacerdotes asesinados en los campos de concentración.

Del propio Hitler se dice que ingresó en Thule en 1922, si lo hizo o no, no está claro pero sí que sabemos que si lo hizo, no asistió a ninguna reunión pues todas ellas están detalladas pormenorizadamente en sus diarios de sesiones y su nombre no figura. Del propio Führer no queda claro sus creencias esotéricas u ocultistas, pues encontramos declaraciones contradictorias. Frente a estas líneas escritas en Mein Kampf:

Estas personas que sueñan con el heroísmo de los antiguos germanos, con sus armas primitivas, como hachas de piedra, lanzas y escudos – escribió Hitler – son en realidad los más cobardes. Conocí demasiado bien a esa gente para no sentir el mayor asco por estos comediantes… Especialmente cuando se trata de reformadores religiosos a base de germanismo antiguo, tengo siempre la impresión de que han sido enviados por aquellas instituciones que no quieren el renacimiento de nuestro pueblo“.

Sabemos que leía la obra de Ernst Schertel: “Magia: Historia, teoría y práctica” de la que disponía un ejemplar dedicado por el autor: “con dedicada veneración”. El libro se recuperó y se comprobó que Hitler había subrayado pasajes como:

“El horror siempre acecha en el fondo del mundo mágico y todo lo sagrado siempre está mezclado con el horror”.

“Satán es el guerrero fertilizador, destructor-constructor”.

“Quien no lleva dentro de sí semillas demoníacas nunca alumbrará un nuevo mundo”.

Probablemente solo le interesara de las artes ocultas y de estas sociedades aquellas partes que reforzaban su propia visión mesiánica de sí mismo y rechazara todo lo demás, pero es innegable la influencia que tuvieron sus ideas en él y como algunas de las decisiones que tomaría estarían influenciadas en dichas creencias esotéricas y ocultistas.

José Luis Tarazona

Escritor y licenciado en Químicas por la Universidad de Valencia