La Reconstrucción

La COMUNICACIÓN y la LIBERTAD del PASADO. Brenda Rojo

LA COMUNICACIÓN Y LIBERTAD DEL PASADO, PRESENTE Y FUTURO, EN EL DESARROLLO DE LOS DONES PERSONALES.

Hace algunos días, admiraba la maravillosa obra del pintor italiano Gaetano Maggio, en la que, por mediación de la pintura, expresaba a través de un árbol la parte más femenina de la naturaleza, una exhalación, que como su mismo nombre indica, la excarcelaba de su encierro.

Su hartazgo podría representar una profunda liberación para hallar la conexión con la esencia más genuina de quién quiere escapar de lo impuesto, mostrando al mundo su verdadera forma.

Y una vez hallada esta, sus dulces colores y la iluminación de su despertar, me recordaron una vez más, muchas de las cosas que nos atrapan y confundidas con la normalidad, impiden nuestra comunicación con nuestro ser más profundo, alejándonos cada vez más de nuestros sueños y deseos con el que ha sido consagrada nuestra existencia.

La transmisión mediante múltiples códigos entre emisor y receptor no es una cuestión que pertenezca exclusivamente a los seres humanos. También los animales que viven en comunidad emplean su inteligencia con inverosímiles maneras de comunicarse, en el caso de las hormigas además de las antenas, se relacionan entre ellas utilizando la capa cerosa que cubre sus cuerpos, en las abejas una danza especial indicaría a las demás la situación del polen, el canto de los cetáceos su ubicación específica, y las señales en los simios emociones y sentimientos.

Así, una interminable lista de tipos de comunicación iría relacionada con animales de toda índole, sin importar raza o tamaño. Ninguna especie del reino animal ha cambiado su modus operandi a la hora de comunicar, haciéndolo de la misma manera desde tiempos inmemorables conducidos inexorablemente por la programación inalterable de su ADN. Solo nuestra raza provista del don del libre albedrío se ha forjado a lo largo de los siglos de muchas maneras utilizando diferentes métodos con una razón inmejorable, llegar a otro ser humano para prestar una actividad innata; la comunicación.

¿Cómo hemos llegado tan lejos y con que fin?

Los métodos desarrollados por el hombre para comunicarse han sido innumerables, entre los más importantes destacan la palabra, la escritura o la imagen, pero gracias a una inteligencia desmedida, hemos llegado a una nueva era con la que tantos soñábamos; la del mundo digital. Gracias al legado de las huellas que dejaron nuestros ancestros, hemos proyectado a través de los siglos nuestro presente y futuro.

En el Renacimiento italiano además del pregonero que era el informador principal del pueblo destinado a anunciar a una mayoría de población analfabeta, existía una figura humanista que pertenecía a una clase obrera al servicio del sacerdocio y los señores feudales, esta fascinante época de descubrimientos y novedades sacó a la luz un nuevo personaje que como su nombre indica, abarcaba muchas facetas del ser humano que evitaba encasillarlo para siempre en una sola profesión.

El “humanista” provisto de un libre albedrío del que era consciente, llegó a abrazar diferentes facetas profesionales que le ayudaban a expandir todo lo que llevaba dentro, esa posibilidad se prestaba a que el individuo desarrollase sus múltiples dones a lo largo de su vida.

Fueron muchos los humanistas o hombres del Renacimiento que enriquecieron nuestra historia con sus múltiples creaciones; Leonardo da Vinci, Lorenzo el Magnífico, Leonardo Bruni, Marsilio Ficino, Angelo Poliziano o Johannes Reuchlin, aportaron con sus virtudes grandes ofrendas a la humanidad, pero para este argumento merece una mención especial la figura de Giorgio Vasari, que ejerció como pintor, arquitecto e historiador de arte.

Dada mi curiosidad por conocer profundamente los temas que atañen el despertar del oscuro letargo medieval, me he dado cuenta de la importancia de las observaciones que vertió en su faceta de periodista la brillante figura de Vasari, que se preocupó no solo de dejar testimonio de personalidades que por sus acciones fueron importantes para la humanidad, sino de muchos de los episodios sociales que sucedieron en diferentes lugares y que a pesar de pasar desapercibidos por su normalidad en la época, estos humanistas conducidos por una gran sensibilidad hacia generaciones venideras o bendecidos por una intuición que procedía de leyes sagradas, se responsabilizaron de que sus escritos pasaran a través de generaciones hasta llegar a nuestros días.

A partir del siglo XIV, nace el hombre que abandona algunas de sus tradiciones basadas en el dictamen eclesiástico y la austeridad más oscura y se centra en sí mismo, situándose en el centro del universo. Esto hizo que empezase a adquirir gran importancia el físico; peinados, joyas, maquillajes, perfumes y complementos textiles fueron creados para mostrar sin pudor atributos físicos.

También la mente tuvo un nuevo renacimiento regresando de la mano de grandes humanistas al pensamiento iluminador de disfrute y optimismo que pusieron de manifiesto maestros griegos platónicos y aristotélicos cientos de años antes en la perpetua búsqueda de la sanación del cuerpo con la ayuda de la palabra.

El “nuevo” hombre desea darse a conocer particularmente dejando plasmado su físico en pinturas, y es retratado junto a personajes venerados como la santa familia o dando vida con sus rostros a divinidades paganas y desnudos integrales que volvieron a ponerse de moda en los círculos intelectuales más acaudalados como una manera de consolidar su poder y respeto hacia el resto, buscando la admiración y el protagonismo absoluto en el ciudadano y en historias personalizadas, escritas con el objetivo de mostrar su paso por el mundo a través del paso del tiempo. La posición inmóvil del personaje medieval se evapora y surgen explosivos colores dando vida a expresivos personajes con una perspectiva de perfectas simetrías.

Algunos años después de uno de los periodos más brillantes y fructíferos que dio la expansión de la cultura como fue el Renacimiento, la iglesia viendo amenazado su omnipotente poder persiguió semejantes libertades, imponiendo la pena de muerte por herejía a quien osara desobedecer los nuevos mandatos impuestos.

Siglos más tarde, los retratos dejaron paso a la fotografía que ocupaba cientos de páginas de lo que parecían ser inmortales periódicos y revistas. Y aunque todavía pueden adquirirse en cualquier quiosco todos comprendemos con algo de nostalgia que van quedando desfasados y solo unos pocos son rescatados por los últimos salvadores del papel, que se resisten a dejar de poseer el material y el inconfundible olor de este relacionándolo con su amor por la lectura.

Cierto es, que un libro físico no es comparable a una pantalla por falta de costumbre, ni se puede prestar, ni dedicar, ni dejar como herencia, pero el mundo digital ha venido para quedarse y ofrecer una visión más fresca y saludable a nuevas generaciones, donde cada vez se escucha más habitualmente las palabras respeto, ecología, conciencia y felicidad, en la esperanza de ayudar a crear una mayor unión entre humanos, un empoderamiento de la individualidad personal sacando lo mejor que alberga nuestro ser y la caída final de las perversas garras del establishment.

Ahora no queda más que preguntarnos, si el mundo digital nos proporcionará en un futuro cercano la posibilidad de adquirir mas autonomía lejos de la esclavitud industrial a la que estamos condenados, y si contaremos con una considerable menor tala de árboles lo que consecuentemente generará menos basura en el planeta tierra.

¿Seremos capaces de cambiar el sistema gestionando nuestras emociones en un futuro virtual? ¿O se trata solo de utopías soñadoras?

Yo por mi parte ya he puesto en práctica mi grano de arena, con ciertas claves que darían para un extenso debate, viviendo la nueva era con emoción y esperanza, sin olvidar la importancia de ¿qué aguardaría el futuro sin conocer nuestro pasado?

«El significado de la vida es encontrar tu regalo. El propósito de la vida es regalarlo».

Pablo Picasso

 

Brenda Rojo

Escritora